
¿Puede uno, en un arranque de espontaneidad, trazar las letras con libertad, alterando las formas clásicas? Es una idea tentadora para los que gustan trazar letras, en especial para los novatos como el que escribe. No existen policías de las letras que castiguen el acto, ni posibles heridos. Pero hay una aparente verdad que se esconde en estos modelos de escritura arrapiezos en la historia caligráfica. Pareciera que solo es posible alterar las formas/reglas con una verdadera maestría cuando se les ha comprendido a profundidad. Claude Mediavilla dice que «[…] los calígrafos aprendices que, contando con una formación insuficiente, se sienten impacientes por quemar etapas, sin tomarse el tiempo necesario para madurar las formas. Esta es una disciplina que no admite atajos».
El ejercicio de esta entrada es una letra z con demasiada suerte que intenta experimentar con la gestualidad. La velocidad del trazo y las características del instrumento hicieron buen juego con el tipo de papel, dejando en el pasar de la tinta ciertas expansiones y rasgaduras que dan personalidad a la letra. Los trazos rojos que complementan la composición y ayudan a crear un poco de profundidad (una técnica muy recurrente en el dibujo de diseño industrial) se descargaron del siguiente enlace.